Entre ellos, destaca el tifón Wipha a fines de la semana pasada, pero este martes la capital filipina amaneció paralizada por lluvias torrenciales que no cesan, inundan calles principales de la ciudad, afectan viviendas y obligan a algunos pobladores a buscar un refugio seguro.
La actual cadena de fenómenos atmosféricos sobre Filipinas ocasionó, hasta el momento, la muerte de al menos seis personas y seis desaparecidos.
Por decisión gubernamental, las clases de urbes emplazadas en regiones del norte del archipiélago están suspendidas, así como las labores de empleados gubernamentales en puestos considerados no esenciales.
Otras medidas incluyen la cancelación de al menos una decena de vuelos, por parte de la Autoridad de Aviación Civil, por claros motivos de seguridad.
Medios locales de prensa exponen datos de la Oficina de Gestión y Reducción de Riesgo de Desastres de Manila, que estimó en más de 23 mil el número de personas trasladadas a refugios solo en Ciudad Quezón, una de las principales urbes de la capital.
En dicha metrópolis se ubica la presa que suministra agua al área metropolitana de Manila y alrededores, la cual -según autoridades- superó su límite de capacidad y sigue desbordándose, para mayor preocupación.
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