Más que una historia, «Cuerpos de Barro» es un espejo emocional donde el amor, la
vejez, la memoria y la fragilidad humana se entrelazan en un grito escénico cargado de
belleza y verdad, sostuvo su autor.
«El amor es el motor supremo de la vida», aseguró Serulle, quien dirige y escribe esta propuesta que desafía las formas teatrales tradicionales y abre espacio a una experiencia sensorial intensa.
La obra recuerda que todos estamos hechos del mismo barro que pisamos, una
materia viva, frágil, pero cargada de historia, puntualizó.
En escena, los actores Stuart Ortíz, Lissette Jiménez y Saúl Rodríguez ofrecerán interpretaciones conmovedoras, con una entrega física y emocional que desborda los límites del cuerpo.
«Nos despojamos del ego, del confort, improvisamos, lloramos, reímos. Nos convertimos en hermanos sobre el escenario», compartió Ortíz.
La puesta, lejos de lo convencional, se apoya en tarimas móviles, telas que respiran y tambores transformados en elementos simbólicos: vientres, ataúdes, barreras.
«La tela es protagonista. El escenario es un lienzo en blanco donde nosotros,
los actores, somos el pincel», afirmó Rodríguez.
«Cuerpos de Barro» también es una declaración social y política: habla del poder que intenta dominar al amor, de decisiones que marcan la vida, y de relaciones
humanas que, aunque cargadas de dolor o prohibición, laten con fuerza.
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