El Ministerio de Salud de Tailandia contabiliza hasta el momento 14 muertos y varias decenas de heridos desde que el conflicto escaló a un nuevo nivel la víspera, cuando ambas naciones se acusaron mutuamente de iniciar una embestida, pues afirmaban que el contrario agredió primero.
Pocas horas después, la Fuerza Aérea tailandesa informó que sus aviones F-16 bombardearon dos posiciones militares camboyanas y, desde entonces, se han reportado ataques en al menos seis puntos distintos de las provincias fronterizas tailandesas de Surin, Ubon Ratchathani y Buriram, entre otras.
Al producirse el primer bombardeo, el Ministerio de Defensa de Camboya condenó enérgicamente la ofensiva, calificó el hecho de “brutal agresión militar” y advirtió que Phnom Penh se vería obligada a ejercer su derecho soberano y territorial frente a lo que describió como una invasión tailandesa.
Camboya elevó la disputa a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), a inicios de junio, y justificó el acto como un intento de brindar una solución pacífica basada en el derecho internacional, en tanto Bangkok abogaba por llegar a un acuerdo de forma bilateral.
El 28 de mayo anterior, el encuentro de los Ejércitos de los dos países en una zona fronteriza sin demarcar y reclamada por ambos gobiernos, culminó en un enfrentamiento que ocasionó la muerte de un soldado camboyano.
Por otra parte, el 23 de julio, un soldado tailandés perdió su pierna derecha, al pisar una mina terrestre en un territorio fronterizo en Ubon Ratchathani.
La disputa combina elementos históricos no resueltos pues la frontera fue cartografiada por Francia en 1907 pero sigue teniendo varios puntos sin demarcar, que han propiciado enfrentamientos a lo largo de los años.
Numerosas naciones han instado a las partes a resolver la cuestión a través del diálogo, entre ellas, China, Japón y Vietnam, preocupadas por la paz regional.
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