Trump anunció el 9 de julio que aumentaría los tributos sobre las exportaciones brasileñas, fijando inicialmente la entrada en vigor para este viernes.
Sin embargo, tras la firma de la orden ejecutiva el 30 de julio, se estableció que los aranceles comenzarían el 6 de agosto.
Además, se dispuso un período de gracia para mercancías embarcadas antes de esa fecha y que llegarán a Estados Unidos antes del 5 de octubre.
La administración de Luiz Inácio Lula da Silva llega a esta nueva ofensiva comercial con señales de solidez política y económica que mitigan el impacto inicial y perfilan una respuesta estratégica ante el desafío.
En medio del creciente proteccionismo estadounidense impulsado por el republicano, el Gobierno reconfigura su posición internacional mostrando cohesión interna y serenidad.
Una nueva encuesta de AtlasIntel, publicada por la empresa global de informaciones financieras y noticias Bloomberg, revela que la aprobación de Lula superó por primera vez en nueve meses su nivel de desaprobación, alcanzando el 50,2 por ciento.
Este dato, lejos de ser menor, representa un respaldo simbólico y concreto a la gestión del Ejecutivo en un momento crítico.
Un 46,6 por ciento de los brasileños considera que el Gobierno actual es bueno o excelente, y el exdirigente obrero se proyecta como favorito en una hipotética reelección, por encima de Bolsonaro.
Paralelamente, el Ministerio de Hacienda, liderado por Fernando Haddad, confirmó que está listo un paquete de medidas para asistir a los sectores más afectados por la medida estadounidense que comenzaría el 6 de agosto.
Entre las acciones están previstas líneas de crédito específicas para exportadores, apoyo logístico para pequeñas y medianas empresas, y una revisión arancelaria en mercados alternativos.
Haddad, quien asistió el miércoles a reunión con Lula, enfatizó que no es momento de agravar la crisis, sino de mantener la puerta abierta para que las negociaciones con Washington continúen.
Señaló que importantes sectores siguen sujetos al aumento de tarifas y que el objetivo del Gobierno es intentar revertir tal situación.
El plan contempla asistencia directa a renglones como aviación, café, acero, carne bovina y maquinaria, todos fuertemente integrados en el comercio bilateral con Estados Unidos.
Además, el Ministerio de Relaciones Exteriores ya inició gestiones con otros socios estratégicos en Europa, Asia y el Oriente Medio para abrir nuevas ventanas comerciales que compensen la reducción prevista en las exportaciones hacia la nación norteña.
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