«Una vez más, los crímenes cometidos con escalofriante cinismo dan testimonio del naufragio de la humanidad en nuestra sociedad», subraya un comunicado.
El texto -divulgado por el diario digital El National-explicó que ocho personas, entre ellas un niño y un misionero irlandés fueron secuestrados el orfanato de Santa Elena en Kenscoff la noche del 3 de agosto.
La Arquidiócesis de Puerto Príncipe expresó estar horrorizada por este plagio, pues se trataba de un lugar de cuidados, refugio, educación y esperanza.
Dicha entidad religiosa, calificó este acto de barbarie y consideró lo ocurrido un signo de colapso moral, un fracaso del Estado y una sociedad que está perdiendo el sentido de la vida humana.
Instó a la población a tomar medidas concretas para rechazar este clima de deshumanización.
La Arquidiócesis de Puerto Príncipe pidió a las autoridades que dejen de lado sus disputas internas y asuman sus responsabilidades para garantizar la seguridad de todos, y obtener la liberación inmediata de los secuestrados.
Recientemente, la Conferencia de Obispos Católicos de Haití condenó el terror que imponen los pandilleros, y pidieron a las autoridades gubernamentales rendir cuenta sobre su gestión de proteger a la ciudadanía.
Los líderes de la nación deben decir que están haciendo respecto al resguardo de los bienes esenciales como la vida, la libertad, la cultura y la memoria nacional, subraya un comunicado.
Cuestionaron el cumplimento de las promesas del gobierno de acabar con la violencia de las bandas criminales, que cada vez son más poderosas y dedican su tiempo a sembrar el pánico con sus secuestros, asesinatos, extorsiones y todo tipo de abuso.
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