En ese recinto emblemático, testigo de incontables epopeyas atléticas, se evocó la figura del «Flaco», deportista, revolucionario y directivo, cuya vida fue un puente tendido entre la cancha y la trinchera de ideas.

Desde ese escenario, que guarda ecos de victorias, la memoria de Llanusa pareció caminar entre los presentes, como si volviera a conducir a su pueblo hacia una nueva batalla.

El homenaje, cargado de imágenes y palabras, recordó al basquetbolista olímpico de Londres 1948, medallista panamericano en 1950 y entrenador en los Centroamericanos de México 1954.

Pero más allá de sus gestas deportivas, se exaltó al hombre que, fiel a la Revolución Cubana, asumió misiones decisivas: Comisionado de La Habana, ministro de Educación, vicepresidente del Consejo de Ministros, diputado y creador de las bases del deporte masivo y amateur que definió el rumbo de la nación.

La ceremonia no podía olvidar la página más legendaria de su gestión: la hazaña del Cerro Pelado, cuando en 1966, al frente de la delegación cubana, desafió el cerco de Estados Unidos y desembarcó en las costas de Puerto Rico para disputar los X Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Aquella “Delegación de la Dignidad” volvió a casa con el pecho lleno de medallas y el alma blindada contra el bloqueo, escribiendo un capítulo donde el deporte se hizo también política y resistencia.

El subcampeón olímpico Enrique Figuerola; Eriel Reyes, director del Salón del Deporte Cubano, y el Doctor Honoris Causa, Carlos Gattorno, hicieron uso de la palabra en el acto, en presencia de Raúl Fornés, vicepresidente primero del Inder, la viuda del homenajeado, sus hijas, familiares, amigos y glorias del deporte.

«Llanusa fue un enamorado del deporte y se dedicó al sueño de llevarlo lo más alto como fuera posible. Para que siga vivo el deporte cubano, tiene que seguir viva su imagen», dijo Reyes.

Por su parte, Figuerola, aseguró que Fidel Castro y Llanusa fueron los grandes entregas del éxito del deporte cubano y se sintió honrado con su amistad y agradecido por el legado que nos dejó.

Entre intervenciones y testimonios, se recordó que, dentro de dos días, Cuba celebrará el 99 aniversario del nacimiento de Fidel, figura inseparable de la historia de Llanusa y del espíritu del Inder. Ambos compartieron una misma visión: el deporte como derecho del pueblo y arma de dignidad frente a cualquier adversidad.

A 59 años de aquella epopeya marítima, los desafíos persisten: bloqueo económico, negativas de visas, limitaciones para adquirir implementos. Sin embargo, en la Ciudad Deportiva —santuario de gestas y sacrificios— el nombre de José Llanusa Gobel resonó hoy como un juramento renovado: seguir corriendo, saltando y peleando por la bandera que él defendió hasta el último aliento.

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