Los especialistas de la nación norteña, cuya presencia integra una cooperación de 10 años, realizan sus aportes junto a los anfitriones, en el punto arqueológico de la suroriental provincia de Puntarenas denominado Sitio Museo Finca 6, que resguarda buena parte de esas obras, añadió el diario.
Las restauraciones entre el Museo Nacional de Costa Rica y la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, comprenden tres de las citadas esferas de piedra caliza, originalmente encontradas en la llamada Finca 4.
Las tallas en las esculturas precolombinas son particularmente valiosas por estar hechas en piedra caliza conglomerada, una composición poco común entre las esferas de la llanura aluvial del Diquís, precisó el restaurador del Museo Nacional Leifer Castro.
La caliza –explicó- está formada por sedimentos y clastos (fragmentos de rocas o minerales) compactados y cristalizados, y en ella puede observarse gran cantidad de calcio, el cual las hace más suaves que las ígneas, y ese es el material del que están hechas la mayoría de las esculturas.
Las esferas estuvieron expuestas cerca de una carretera en una comunidad cercana, luego fueron trasladadas al referido Sitio Museo, pero su vulnerabilidad y los efectos de las condiciones ambientales, provocaron alteraciones.
El equipo de especialistas aplica para su restauración tratamientos que incluyen limpieza mecánica seca y húmeda, eliminación de microorganismos, aplicación de bactericidas suaves y consolidación con morteros elaborados con cal y cargas de minerales, compatibles con la roca original.
También se realizan pequeñas reintegraciones de color con pigmentos naturales, que permiten devolverle a las piezas su forma original, pero mostrando claramente lo que fue reintegrado cromáticamente, tal y como lo indican los criterios internacionales de conservación del patrimonio.
“Siguiendo los principios de conservación, usamos materiales compatibles, reversibles y retirables, que sean del mismo origen del que componen la piedra», detalló la especialista mexicana Mónica Pinillos, quien estuvo a cargo de la elaboración de pruebas para la intervención.
El equipo binacional está compuesto, además, por los expertos del Museo Nacional Jonathan Zúñiga y el asistente Miguel Rodríguez, con la asesoría de la propia Pinillos y de la también arqueóloga y restauradora mexicana Isabel Medina.
Las petroesferas precolombinas de Costa Rica son unas 500 y proceden principalmente de la llanura aluvial del Delta del río Diquís, en el sur de la norteña provincia de Puntarenas.
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