El anuncio se hizo durante un taller realizado con la participación de actores locales e internacionales, en el marco de una estrategia integral para enfrentar uno de los mayores desafíos que obstaculizan la reconstrucción del país.

El ministro de Emergencias y Gestión de Desastres, Raed Al-Saleh, advirtió que extensas áreas del territorio sirio siguen contaminadas por minas, incluidas las de fabricación artesanal y otras colocadas de manera indiscriminada por los bandos bélicos durante la guerra.

El problema constituye una seria barrera para la reanudación de la vida normal y para los esfuerzos de recuperación en zonas civiles y agrícolas, declaró el titular, quien precisó que el desierto sirio (Badia) figura entre las áreas más peligrosas por la densidad de artefactos explosivos.

Al-Saleh destacó que el nuevo centro permitirá unificar la supervisión y planificación de las operaciones de remoción, en coordinación con ministerios nacionales y agencias internacionales.

Confirmó además que varias organizaciones han solicitado licencias para trabajar en Siria en tareas de reconocimiento y limpieza.

El funcionario recordó que la remoción de minas es un proceso complejo y sin plazos definidos, y señaló que incluso países como Alemania continúan hasta hoy desactivando restos de la Segunda Guerra Mundial.

La magnitud del problema fue corroborada por la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), que reportó la muerte de 390 civiles, incluidos más de 100 niños, entre el 1 de enero y el 30 de junio de este año, como consecuencia de municiones sin detonar. Con estas cifras, el gobierno sirio busca priorizar las zonas habitadas y agrícolas en su plan nacional de limpieza, para posteriormente abarcar bosques, desiertos y otras áreas extensas.

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