La cesantía de Monarez por el secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., provocó a su vez la renuncia de otros cuatro altos funcionarios de los CDC.
“Cuando la directora del CDC, Susan Monarez, rechazó firmar directivas no científicas e imprudentes y despedir a expertos de salud, ella optó por proteger a la ciudadanía antes que servir a una agenda política. Por eso, la han atacado”.
Así explicaron los representantes de Monarez, quienes también detallaron que ella se negó a dimitir ante la presión política del Gobierno de Donald Trump.
Según trascendió, la mayor oposición entre los republicanos en el Capitolio provino del senador por Luisiana Bill Cassidy, presidente del Comité Senatorial de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones.
El legislador propuso al Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización del departamento aplazar indefinidamente una reunión del 18 de septiembre tras la reestructuración del personal de los CDC.
También la senadora Susan Collins, de Maine, se declaró alarmada por este despido y se hizo eco del llamado de Cassidy a la supervisión del Congreso sobre la decisión de apartarla de su cargo.
“Susan Monarez es una científica altamente capacitada que aportó una vasta experiencia a la agencia”, destacó Collins al insistir que, si bien reconoce que la directora de los CDC trabaja a discreción del presidente, le “alarma que la hayan despedido después de solo tres semanas en el cargo”.
La administración de Donald Trump designó la víspera a Jim O’Neill como director interino de los CDC.
Los cuatro funcionarios que renunciaron fueron la doctora Debra Houry, directora médica de los CDC; Demetre Daskalakis, el principal responsable de enfermedades respiratorias e inmunización; Daniel Jernigan, que ayudó a supervisar las respuestas a las enfermedades infecciosas; y Jennifer Layden, que manejaba datos de salud pública.
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