Christian Verschütz, jefe de la oficina de ORF en Kiev, precisó que en circunstancias no del todo claras el técnico y su esposa consiguieron huir del recinto donde permanecía recluido.
Posteriormente, la pareja pasó la noche refugiada dentro de un automóvil en una zona boscosa, por temor a ser localizada por las autoridades.
Un abogado se reunió con ellos al día siguiente para trasladarlos de regreso a la capital.
Andreas Neposedov, de 53 años, fue interceptado el 10 de septiembre cuando se dirigía a la región de Ternópil para realizar un reportaje.
Funcionarios de un puesto de control policial revisaron sus documentos bajo coerción.
Un comisario militar presente en el lugar ordenó su traslado inmediato al centro de movilización, donde permaneció privado de libertad sin explicación formal alguna donde no se le formuló cargo específico.
La corporación ORF emitió una protesta formal exigiendo la liberación de su empleado y el cese de estas prácticas. Analistas internacionales consideran que el caso evidencia presiones sistemáticas sobre periodistas extranjeros.
Mientras, corresponsales extranjeros en Ucrania señalan que las detenciones arbitrarias complican el trabajo informativo en zonas de conflicto y añaden que la falta de garantías legales afecta la cobertura independiente.
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