El médico Claudio Birolini, responsable de su atención, explicó en un comunicado que recomendó la hospitalización de Bolsonaro por presentar «hipotensión, vómitos y presíncope», cuadro que requería evaluación clínica inmediata y pruebas adicionales.
Su hijo, el senador Flávio Bolsonaro, confirmó la situación en redes sociales y precisó que el exmandatario salió de su residencia acompañado por agentes de la Policía Penal, encargados de custodiarlo debido a la medida de encierro en casa desde el 4 de agosto por incumplir medidas cautelares, como dictaminó el Supremo Tribunal Federal (STF).
El episodio ocurre apenas dos días después de que Bolsonaro se sometiera en el mismo centro sanitario privado a la extirpación de ocho lesiones cutáneas en el tronco y en la extremidad superior derecha.
Realizado bajo anestesia local y sedación, el procedimiento transcurrió sin incidentes. Las muestras fueron enviadas a biopsia y el equipo médico recomendó seguimiento.
Los exámenes de laboratorio practicados entonces revelaron anemia ferropénica y signos residuales de una neumonía reciente por broncoaspiración.
Por ello, recibió terapia de reemplazo de hierro intravenoso y se le indicó continuar el tratamiento para la hipertensión arterial, la enfermedad por reflujo gastroesofágico y medidas preventivas contra nuevas broncoaspiraciones.
De acuerdo con la decisión del ministro Alexandre de Moraes, del STF, el exgobernante puede ser trasladado a un hospital en caso de emergencia, siempre que su defensa presente en un plazo de 24 horas los documentos médicos que justifiquen la salida.
Este martes, los abogados ya entregaron un informe firmado por el doctor Leandro Santini Echenique con detalles del cuadro clínico.
Tal reclusión domiciliaria se le impuso tras incumplir restricciones previas, como la prohibición de usar redes sociales directa o indirectamente, algo que la defensa niega. La medida incluye control de visitas y registro de vehículos que entran y salen de su residencia.
La crisis de salud del excapitán del Ejército ocurre en un momento político crucial. El 11 de septiembre, la primera sala del STF lo condenó a 27 años y tres meses de prisión por su participación en un intento de golpe de Estado.
Es la primera vez en la historia de Brasil que un expresidente es condenado por ese delito.
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