En el Parque Céspedes se comenta con sorna cada jonrón, en los portales de Enramadas se repasan estadísticas como si fueran historias de familia, y en los barrios el eco de los partidos todavía flota en el aire. Con 13 victorias y apenas dos derrotas, los muchachos de Eddy Cajigal han devuelto a Santiago esa vieja certeza de que su estadio Guillermón Moncada es territorio sagrado.
No es solo el liderato de la serie el que entusiasma, es la manera en la que han llegado allí: un bateo desbordado que promedia .350, 35 cuadrangulares —más del doble que su perseguidor— y 162 carreras en apenas 15 juegos.
En las calles, los aficionados recitan los nombres como si fueran conjuros: Yoelquis Guibert, líder jonronero con siete; Raydel Sánchez y Yoel Yanki, seis cada uno; José Luis Gutiérrez, Harold Vázquez, Francisco Martínez y el incombustible Edilse Silva completando un bloque de siete hombres que batea para un increíble .428 y ha remolcado 113 carreras.
La disciplina en el cajón de bateo también cuenta: 104 bases por bolas recibidas, además de nueve robos de base en diez intentos y un feroz .385 de average ofensivo con hombres en circulación.
Su producción con el madero es también muy oportuna, al remolcar el 28.71 por ciento de los corredores que encuentran en posición anotadora, primeros también en ese acápite.
Y aunque la defensa (.970) ofrece alivio teniendo en cuenta campañas anteriores, el pitcheo sigue inquietando con una efectividad de 5.65 y un bullpen castigado con 6.99. Los fanáticos lo saben, pero por ahora el ataque tapa cualquier grieta.
Hace 17 años que la “Aplanadora” celebró por última vez una corona nacional. Entre 1999 y 2008 dejó seis títulos y un mito, pero desde entonces, solo altibajos y un tercer lugar en 2023 como aviso de resurrección.
Hoy, mientras el sol de septiembre cae sobre la Sierra Maestra y los niños juegan pelota en las calles, la pregunta se desliza de boca en boca, mitad deseo, mitad desafío: ¿será este, al fin, el año de las Avispas?
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