De acuerdo con las autoridades, en los últimos días solo han aparecido cuerpos sin vida en las ruinas del internado islámico Al-Khoziny, en la isla de Java, la de mayor población del archipiélago.
Incluso, cuesta trabajo identificar a las personas por el estado de deterioro y las familias de los desaparecidos han colaborado con muestras de ADN.
La Agencia Nacional de Gestión de Desastres de la nación asiática emplea maquinaria pesada y equipos eléctricos para agilizar las pesquisas, pero esto también constituye una evidencia de que ya no se recibe ninguna señal debajo de las toneladas de escombros.
Al momento del accidente, los estudiantes estaban rezando en la planta baja del edificio y la tragedia ocurrió por un vertido de cemento como parte de unas obras de ampliación no autorizadas en el cuarto piso.
El derrumbe comenzó desde ese nivel y varios expertos coincidieron en señalar diversos problemas estructurales en la edificación, que no cumple con las normas constructivas.
Durante días, los rescatistas proporcionaron oxígeno y agua a algunos de los sobrevivientes que dependían de las cuidadosas labores de remoción de las ruinas para poder salir con vida.
La mayoría de los desaparecidos son niños varones de 12 a 17 años de edad y, producto del incidente, cientos de estudiantes resultaron heridos, muchos con lesiones en la cabeza y huesos rotos, cuatro debieron sufrir amputaciones y siguen hospitalizados.
Según cálculos de las autoridades, faltan dos cuerpos por aparecer, aunque no se descartan otros imprevistos.
En paralelo avanzan las labores de identificación de los restos para que las familias puedan hacer los funerales, según sea su tradición.
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