«Es importante tener en cuenta que se trata de misiles que también pueden tener capacidad nuclear, lo que en realidad supone una escalada efectivamente grave», señaló Peskov este martes ante la prensa.
Al mismo tiempo, el vocero puso de relieve la necesidad de esperar declaraciones más claras del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre el posible suministro de misiles. El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, reconoció a finales de septiembre en una entrevista con el canal de televisión Fox News que Washington barajaba entregar a Kiev misiles de crucero Tomahawk, pero aclaró que la decisión final incumbe a Trump.
Según el diario Financial Times, algunos funcionarios allegados a Trump no están seguros de que el suministro de estos misiles de largo alcance cambie significativamente la situación en el campo de batalla.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, advirtió que el posible uso de los misiles estadounidenses Tomahawk de largo alcance por parte de las tropas ucranianas no cambiaría la situación en el frente, pero sí perjudicaría las relaciones entre Moscú y Washington.
Rusia desarrolla desde el 24 de febrero de 2022 una operación militar especial en Ucrania, cuyos objetivos, según Putin, son proteger a la población de «un genocidio por parte del gobierno de Kiev» y atajar los riesgos de seguridad nacional que representa el avance de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el este.
Moscú advirtió en reiteradas ocasiones que la Alianza Atlántica está «jugando con fuego» al suministrar armas a Ucrania, y que los convoyes extranjeros con armamento serían «blanco legítimo» para el ejército ruso nada más cruzar la frontera.
Según el Kremlin, la política de Occidente de nutrir de armas a Ucrania no contribuye a las negociaciones ruso-ucranianas y sólo tendrá un efecto negativo.
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