Durante casi una hora, los dos mandatarios conversaron este domingo en Kuala Lumpur, capital de Malasia, en un encuentro calificado por el ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, de «muy positivo y productivo».

Vieira aseguró que «el resultado final es excelente» y los equipos técnicos seguirán las negociaciones para revertir los aranceles estadounidenses del 50 por ciento impuestos a productos nacionales desde agosto.

Lula, que participaba en una cita de negocios tras la cumbre de la Asean, agradeció al primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, por «haberle dado un día feliz» con dos hechos: el ingreso de Timor Oriental al bloque del Sudeste Asiático y la inédita reunión con Trump.

«Brasil tiene todo el interés en mantener una relación extraordinaria con Estados Unidos. No hay razón para el desacuerdo», declaró el líder progresista, al subrayar que ambos viajaron 22 horas para concretar un diálogo «que parecía imposible».

Certificó que «cuando dos presidentes se sientan a la mesa y cada uno expone sus problemas, la tendencia natural es avanzar hacia un acuerdo» y remarcó que su intención es «mantener la relación más civilizada posible» entre ambos países.

Trump, por su parte, rechazó que los tributos fueran injustos, aunque admitió la posibilidad de «buenos acuerdos» y se declaró admirador de Lula.

El exdirigente obrero pidió suspender las tarifas mientras avanzan las conversaciones y presentó además su queja por las sanciones de Washington contra el juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes y su esposa, Viviane Barci.

Según el canciller, el ambiente del encuentro fue «distendido, incluso animado», y los dos gobernantes coincidieron en realizar visitas recíprocas.

«Trump dijo que ama inmensamente a Brasil y a su pueblo», relató Vieira.

Adelantó que los equipos diplomáticos continuarán el diálogo este mismo domingo para ajustar los términos de los acuerdos. «Esperamos resolver cada aspecto de la actual tributación en pocas semanas», añadió.

Lula y Trump, dos figuras antagónicas que en otras circunstancias parecían irreconciliables, se encontraron en el corazón de Asia para sellar un gesto político que sorprende tanto como redefine la diplomacia entre Brasil y Estados Unidos.

El jefe de Estado brasileño cerró su intervención afirmando que «la política se construye con diálogo, no con muros ni con prejuicios», mientras el republicano, sonriendo, prometía que pronto «habrá buenas noticias».

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