Ayer, los de Toronto silenciaron la casa de los campeones con una ofensiva implacable que selló el 6-2 final ante más de 52 mil testigos. Fue un golpe certero, de esos que se sienten hasta en las gradas más altas.
El séptimo capítulo fue una tormenta azul: cuatro carreras que destrozaron la resistencia angelina y borraron del montículo a Shohei Ohtani, víctima de su propio coraje tras haber recibido en el tercer capítulo un jonrón de Vladímir Guerrero Jr. con un saco ocupado.
Adison Barger, Bo Bichette y el venezolano Andrés Giménez siguieron el guion perfecto, con sencillos impulsadores en esa entrada que ayudaron a fabricar el paquete letal.
El crédito fue para Shane Bieber, sereno y preciso, cinco entradas de mando y temple ante una ofensiva que suele devorar lanzadores. Solo una carrera le manchó su palmarés, cortesía de un elevado de sacrificio del puertorriqueño Enrique Hernández.
Esta noche promete más pólvora. Los Dodgers confían en el zurdo Blake Snell, urgido de revancha tras una salida amarga, mientras los Azulejos se encomiendan al joven Trey Yesavage, que dejó buenas sensaciones en su debut, aunque se fue sin decisión.
El quinto juego llega con aroma a punto de quiebre: o renace la mística angelina, o Toronto sigue escribiendo, a batazo limpio, su propio relato histórico.
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