La víspera, ante el plenario, el cardenal José Luis Lacunza instó a la conciencia social y a la solidaridad frente a las desigualdades que persisten en el país, especialmente en las comunidades más vulnerables.
“Vengo a darle voz a esos más de 200 mil panameños que no tienen voz pero tienen hambre, y a los que quiere llegar Panamá con este proyecto del banco de alimentos”, remarcó.
El líder religioso, reconocido por su labor pastoral en el occidente del istmo, destacó la importancia de mirar más allá de la comodidad urbana y reconocer las realidades que viven miles de familias.
“Actuamos con una actitud reactiva, no proactiva. Solamente cuando hay algo que nos golpea nos damos cuenta de las realidades que viven tantos hermanos nuestros”, advirtió.
Durante su intervención, Lacunza compartió un artículo-poema que hacía alusión al fallecimiento de dos niñas en la comarca Ngäbe-Buglé, arrastradas por una cabeza de agua cuando intentaban cruzar un río para llegar a la escuela.
La falta de infraestructura en la comarca ha cobrado la vida de decenas de estudiantes en las últimas dos décadas, y el tema ha retomado fuerza este año tras nuevos casos registrados durante la temporada lluviosa. En segundo debate, el proyecto de ley fue aprobado con 50 votos a favor, cero en contra y cero abstenciones.
La norma busca reducir el desperdicio de alimentos en el país y crear mecanismos para que los excedentes puedan beneficiar a personas en situación de vulnerabilidad, a través de bancos de alimentos y alianzas entre el sector público y privado.
La organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ( FAO) indica que Panamá ha avanzado significativamente en la reducción del hambre, con una disminución del hambre de alrededor del 17 por ciento en los últimos 25 años.
Sin embargo, el problema persiste, especialmente en las poblaciones más vulnerables, y el país enfrenta el desafío de la malnutrición, que incluye problemas de sobrepeso y obesidad.
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