Figuras envueltas del plástico negro que simulan cadáveres han parecido en locales comerciales de ciudades del país, como Quito o Guayaquil, según reportes de la prensa local.

Aunque muchos asocian esa imagen de los “embalados” con los crímenes que marcan el día a día en Ecuador, en algunos sitios usan esa forma para atraer la atención de clientes.

Para el sociólogo Marco Paladines, citado por la emisora Radio Pichincha, estas decoraciones reflejan “la apropiación simbólica del terror cotidiano”.

Según explicó, “la violencia se ha hecho parte de la vida diaria, y Halloween, la Noche de Brujas, ofrece el espacio para representarla, casi como un mecanismo inconsciente de exorcismo colectivo”.

Los “embalados” aparecen incluso en discotecas y fiestas temáticas, pero fuera de la ficción existen referencias muy reales.

Noticias del últimos tiempos reflejan cómo el crimen organizado utiliza esa modalidad de envolver los cadáveres para dejarlos expuestos en lugares públicos.

El terror simbólico de Halloween se superpone con la crisis de seguridad que domina las calles ecuatorianas.

Según el Ministerio del Interior, entre enero y septiembre de 2025 se registraron seis mil 797 asesinatos y se prevé que el 2025 cierre con más de nueve mil, cifra más alta de la historia nacional.

Mientras algunos pasan la noche entre dulces, calabazas y disfraces de una celebración que no es autóctona, sino importada y cada vez más comercial, otros la ven como un reflejo del miedo real de una sociedad que convive con la violencia.

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