Más de 300 espacios públicos y privados ofrecieron desde las 19:00 hora local del sábado hasta entrada la madrugada de este domingo una velada sin igual con un diverso y abarcador programa de cientos de propuestas desde las típicas exhibiciones de arte, hasta teatrales, peformances, musicales y un paseo histórico en un tren subterráneo de hace 112 años.

Quizás sea el encuentro cultural más diverso e importante del año en el que se puede descubrir y explorar toda la riqueza cultural que ofrece esta ciudad porteña en sus 15 comunas.
Su organización y ejecución es un esfuerzo mancomunado que cuenta con el aporte del Ministerio de Cultura, a través de la Dirección General de Festivales y Noches Culturales, la Dirección General de Museos, Patrimonio y Casco Histórico, y la contribución de miles de trabajadores y voluntarios, y el de las instituciones implicadas.

La inauguración oficial tuvo lugar en la terraza del Centro Cultural Recoleta, con una obra de la artista plástica Marta Minujín: “La Torre de Pisa de spaghettis”, de casi 20 metros de alto, y realizada con 14 mil paquetes de esa tradicional pasta.
Sin embargo, gran cantidad de público se volcó hacia la Avenida de Mayo donde el patrimonial edificio del antiguo periódico La Prensa –hoy inexistente- abrió como Casa de la Cultura con su cúpula sin par y su reloj Paul Garnier restaurado, el único en América Latina.
Al frente sobre el asfalto se montó un escenario donde la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires ofreció un bello concierto con piezas de bandas sonoras de películas que encumbraron la historia del cine como filmes de Charles Chaplin y más modernas como Forest Gum.

Exactamente debajo, la vetusta estación Perú de la Línea A del subte de la urbe se vistió de gala y extendió alfombra roja para recibir a quienes consiguieron el boleto para el Paseo Histórico en uno de los trenes que circularon hace 112 años cuando fue inaugurado este sistema de transporte en Buenos Aires, el primero de la región.
Su plataforma muy bien acondicionada para la ocasión fue escenario de una noche de milonga.
Siguiendo por la Avenida de Mayo, frente a la Feria Artesanal, la banda de rock Mona Moon animaba la noche; muy cerca una larga fila de público esperaba para entrar al Museo del Mate.
Un poco más allá en la intersección con la calle Santiago del Estero en un gran escenario la agrupación folclórica Eclipse Criollo ofreció su arte musical con chacareras y chamamés, antes que la banda de la Policía Federal brindará un concierto.
Mucha gente esperaba disciplinadamente para entrar a la Casa Museo del afamado artista Fernández Blanco sobre la calle Yrigoyen, y desde la Plaza de los Dos Congresos se veía iluminado e impetuoso el Congreso de la Nación Argentina que también abrió sus puertas para contar su historia de 200 años.
En el barrio Balvanera también hubo movimiento; en el Museo Casa Carlos Gardel la nieta de Ignacio Corsini encabezó una visita guiada especial sobre la muestra dedicada al cantor, amigo de Gardel, con música en vivo y recorridos por la colección permanente.

Imposible abarcar en una crónica el amplio y diverso programa y los 300 sitios que se vistieron de gala para la ocasión. Al pasar el cronista por el frente de la Casa Museo de Fernández Blanco comenzaron a caer una gotas de lluvia. Una joven que esperaba por entrar suplicó: “Ay, por favor, que no llueva”.
Quizás, miles más pidieron lo mismo, y su ruego fue concedido. La velada bien entrada la madrugada terminó feliz. Este domingo la calma se apoderó de la ciudad.
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