La tragedia climática fue causada por uno de los torbellinos más intensos jamás registrados en el gigante sudamericano.
Según el Sistema de Monitoreo y Tecnología Ambiental de Paraná (Simepar), los vientos que impactaron la ciudad de Rio Bonito do Iguaçu, en la zona centro-sur del estado, alcanzaron los 250 kilómetros por hora (km/h), lo que puede clasificarse como un tornado F3, según la escala Fujita.
Hasta la fecha, seis personas fallecieron y una se encuentra desaparecida, de acuerdo con el gobierno estadual.
Inicialmente, el tornado fue clasificado como F2, pero la agencia meteorológica de Paraná señaló que, tras el análisis de imágenes satelitales, videos y fotografías aéreas para evaluar los daños, el azote de la naturaleza podría clasificarse como F3.
El gobierno estadual comunicó que el 90 por ciento de las viviendas y locales comerciales del municipio fueron destruidos por el fenómeno natural.
Datos oficiales indican que el tornado más violento jamás registrado en Brasil golpeó la ciudad de Itu, en Sao Paulo, en 1991, cuando fue clasificado como F4, con vientos de hasta 300 km/h.
El huracán derribó un obelisco de 100 toneladas, arrastró vehículos durante 700 metros y causó 15 muertes.
Otro tornado F3 fustigó Rio Grande do Sul en 2018 con vientos superiores a los 200 km/h, causando daños entre las ciudades de Coxilha y Tapejara. Dos personas fallecieron.
La formación de un tornado comienza cuando dos masas de aire con características opuestas (una fría y densa, y la otra cálida y menos densa) se encuentran.
Tal diferencia de temperatura y presión crea corrientes de aire ascendentes y descendentes que generan un centro de baja presión, en el que el aire comienza a girar a gran velocidad, formando un embudo desde la base de la nube.
Cuando este vórtice toca tierra, se forma un tornado propiamente dicho, visible gracias a la condensación de la humedad y al levantamiento de polvo y escombros por el viento.
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