Jerí encabezó junto a sus ministros en Huánuco, capital de la región centroandina del mismo nombre, el IX Consejo de Estado Regional, y trató con las diversas autoridades locales los problemas y los requerimientos lugareños.

En la reunión, manifestó que los acuerdos “guiarán nuestro trabajo como Gobierno y de la mano con nuestras regiones, sentaremos las bases del desarrollo del Perú” que, sostuvo, deberá continuar el flamante gobernante desde julio del año próximo.

El jefe de Estado afirmó que el mandatario indicó que su compromiso con las regiones no lo romperá nadie y no caerá en el error de gobernar desde la capital.

“El Perú no es solo Lima, el Perú es todas sus regiones, en costa, sierra y selva, y con ellas dialogamos desde el primer día de nuestro Gobierno para poner fin a tanto tiempo de desatención y de olvido”, agregó y dijo las regiones requieren servicios y desarrollo.

“Vamos a visitar cada región y vamos a hacer acuerdos ejecutivos con cada una”, manifestó en su alegato por la descentralización.

Firmó además decretos que aprueban un programa de apoyo a seis mil empresas pequeñas y medianas y la transferencia de fondos a gobiernos regionales para estímulos por rendimiento, entre otros y anunció la intención de industrializar las regiones.

La actividad y la gira interna se suman a una serie de características de Jerí que contrastan con las limitaciones de su antecesora, Dina Boluarte, y su consiguiente impopularidad masiva, una marca de nacimiento de su gobierno por el saldo de medio centenar de muertes en las protestas contra su ascenso al Gobierno en concierto con la oposición cerrada al hoy encarcelado Pedro Castillo, de quien era ella vicepresidenta.

Gracias al contraste, según todos los análisis, Jerí ha tenido aceptación inicial, lo que según una encuesta de la empresa CPI se refleja en una aprobación de más de 52,3 por ciento.

Sin embargo, la misma encuesta arroja un apoyo popular de 65 por ciento a las protestas sociales contra la inseguridad, principal problema nacional y por el continuismo que le atribuyen al jefe de Estado sus detractores, por depender, como Boluarte, del apoyo congresal.

El sondeo de la empresa CPI precisa que el 50,6 por ciento aprueba la designación de Jerí por la misma mayoría congresional conservadora que mantuvo en el cargo a la hasta entonces presidenta Dina Boluarte, destituida cuando su impopularidad casi unánime se había convertido en un lastre para los intereses electorales de los partidos que la apuntalaban.

La aparente contradicción entre el aval al mandatario, expresada en el sondeo de CPI, parece explicarse en una posible tregua social obvia que no ha impedido fuertes protestas en las que murió un joven manifestante, lo cual es materia de investigación.

La relativa distensión, de duración difícil de pronosticar y que no descarta la posibilidad de más protestas, podrá perder vigencia en la medida que persista el entendimiento Gobierno-Congreso y crezca la exigencia resultados efectivos de la administración Jerí.

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