Las estudiantes fueron raptadas por un grupo armado desconocido durante un asalto contra la localidad de Danko Wasagu, en el que también resultaron muertos un profesor del centro y un guarda de seguridad.
Según fuentes policiales, hasta el momento no han podido ser localizadas y se desconoce el origen de los perpetradores de la acción, que generalmente en este país son realizados por el grupo islamista Boko Haram.
Analistas políticos reflejan este martes el dolor de las familias que recuerdan el secuestro de hace más de una década de las estudiantes de Chibok; horror que todavía se siente, apuntan.
Asimismo señalan que la violencia del ataque intensificó la indignación y el temor por la seguridad de los niños en toda la región.
Los raptos masivos, en particular de menores del sexo femenino y de funcionarios gubernamentales, por cuya liberación demandan rescates en metálico, son una de las principales formas de obtener ingresos por parte de los grupos islamistas y bandas criminales que operan en el vasto país del occidente africano.
Estos ataques de grupos islamistas y delincuentes contra poblaciones inermes constituyen los dos principales dolores de cabeza de las autoridades centrales nigerianas, a los que se suman los frecuentes conflictos entre pastores y granjeros por el uso de agua y zonas de sus actividades.
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