Según el portal G1, en la petición, los abogados también demandan que se le permita a Bolsonaro, sancionado a 27 años y tres meses de prisión, salir de su vivienda exclusivamente para recibir tratamiento médico.

La defensa argumenta que enviar al exmandatario a un entorno carcelario representaría un riesgo concreto e inmediato para su integridad física y su vida, y que la Penitenciaría de Papuda —uno de los lugares donde podría cumplir su condena— se encuentra en una situación precaria.

Para el staff jurídico, la salud de Bolsonaro está gravemente debilitada debido a infecciones pulmonares, esofagitis y gastritis, así como cáncer de piel, complicaciones derivadas del ataque a puñal que sufrió durante la campaña de 2018, y padece hipo.

“Una enfermedad grave o repentina no es cuestión de ‘si’, sino de ‘cuándo'», escribieron los juristas.

Citan como precedente el caso del expresidente Fernando Collor, condenado por corrupción, a quien De Moraes autorizó a cumplir su condena en encierro domiciliario, en un ático con vista al mar en Maceió, capital del estado de Alagoas (nordeste).

Bolsonaro se encuentra bajo reclusión en casa desde agosto por violar medidas cautelares, pero no cumple su sanción por golpista, pues todavía está en un proceso de apelaciones.

La primera de estas reclamaciones, denominada solicitud de aclaración, fue denegada por la Corte Suprema.

Hasta el domingo, la defensa puede presentar nuevas solicitudes de explicación.

De Moares, sin embargo, podría considerar que esta segunda apelación solo busca aplazar el inicio de la condena, declarar la sentencia firme (definitiva e inapelable, en términos legales) y ordenar que Bolsonaro comience a cumplir su pena. Analistas políticos coinciden en que la condena y posterior cárcel del político ultraderechista reconfigura el panorama de la derecha brasileña, que durante años se articuló alrededor de su figura.

Con la sentencia ya publicada y las apelaciones a punto de terminar, el caso Bolsonaro se encamina hacia su fase final, con implicaciones políticas y sociales que probablemente seguirán repercutiendo en Brasil durante los próximos años.

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