Aunque era una noticia esperada, después de anunciarse el fallo, pero no los argumentos de la sentencia del Tribunal Supremo (TS), el pasado jueves, el acto de formalización de la salida del fiscal reavivó la llamada de la discordia política.
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, calificó este lunes de ignominiosa la condena del TS a García Ortiz, que en su criterio pasará a la historia como uno de los «intentos más descarados por parte de la judicatura reaccionaria de interferir en la vida política del país».
En un desayuno con la prensa auspiciado por Europa Press, Urtasun subrayó la irregularidad de conocerse el fallo antes de la sentencia en un caso tan sensible como este, basada en «pruebas extremadamente débiles».
García Ortíz fue inhabilitado a dos años sin poder ejercer cargos públicos y a pagar siete mil 200 euros de multa a Alberto González Amador, pareja de la líder regional de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por presuntamente revelar secretos procesales.
El ministro de Cultura, quien también es portavoz del grupo Sumar, dijo que, desde el respeto a la labor de la mayoría de los jueces en España, descalificó el mensaje que lanza el TS, cuando «se acaba condenando a alguien por investigar un delito» de presunto fraude fiscal (González Amador), quien «se va de rositas» (libre sin culpas).
Por su parte, La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, señaló que el Gobierno acoge «con enorme respeto» la renuncia de García Ortiz, quien hoy remitió una carta al respecto al ministro de Justicia, Félix Bolaños.
Morant reiteró el punto de vista del Ejecutivo de reconocimiento al trabajo hecho por el hasta ahora Fiscal General, «en pro de una justicia justa, en pro de la persecución del delito”.
En el plano opuesto, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, figura del opositor Partido Popular (PP), remarcó que García Ortiz no presentó su renuncia por «dignidad o gallardía» sino por ser «un delincuente que ha sido condenado».
«Tenía que haber dimitido una vez que le abrieron el procedimiento. Tenía que haber dimitido una vez que le sentaron en el banquillo y, por supuesto, condenado. No es que haya dimitido, es que no puede hacer otra cosa. A ver si todavía vamos a considerar que esto es un gesto de dignidad y de gallardía», espetó el alcalde madrileño.
mem/ft
