Por Fausto Triana
Para hacer justicia a Mengs, hoy el Museo del Prado de Madrid lanza una exposición monumental afincada en su criterio de “lo bello ideal”, que, según los expertos, sentó las bases de la pintura europea del siglo XVIII.
Checo-alemán, nacido en Usti nad Labem, pero radicado en Dresde y luego en Roma, es considerado el creador virtual del Neoclasicismo y uno de los artistas más influyentes, con una vasta obra que la afamada instalación madrileña pone a dialogar con grandes maestros del pasado.
De hecho, su nombre ya deslizaba a tenor de su padre, Ismael Mengs, una declaración de intenciones. Antonio, en homenaje a Antonio Allegri da Correggio, conocido como Correggio, pintor italiano del Renacimiento, parte del apogeo del Manierismo.
Y Raphael, por Raffaello Sanzio, o Rafael de Urbino, al lado de Michelangelo y Leonardo da Vinci, uno de los tres grandes maestros del Alto Renacimiento.
Con todas estas valijas debió cargar Mengs en su carrera y si no alcanzó la fama que probablemente merecería su trabajo, fue por el reto permanente que suponía haber crecido a la sombra, implícitamente, de Correggio, y sobre todo Raffaello.
La muestra, que abre sus puertas al público este martes y hasta el 1 de marzo, está comisariada por Andrés Úbeda, director adjunto del Museo del Prado, y Javier Jordán de Urríes, Conservador de Patrimonio Nacional, con el patrocinio de la Fundación BBVA.
Reúne 159 obras, de las cuales 64 son pinturas, 14 artes decorativas y 81 dibujos, grabados y estudios sobre papel, en lo que los especialistas señalan como la oportunidad de explorar tanto su faceta como pintor de cámara y muralista, su dimensión intelectual y teórica.
Se trata de una visión completa de Antonio Raphael Mengs (1728-1779), con sus modelos e influencias, destacando particularmente su asomo a Raffaello, Correggio y Pompeo Batoni.
En la exhibición, sobresale asimismo un conjunto de aproximadamente 150 obras de alta calidad, con acuarelas, pasteles, dibujos, óleos y el fresco Júpiter y Ganimedes, además de esculturas, medallas y manuscritos.
Júpiter y Ganimedes procede del Palazzo Barberini en Roma; Lamentación sobre Cristo muerto, de la Galería de las Colecciones Reales de Madrid; y Octavio y Cleopatra, de la National Trust Collections en el Reino Unido, son señas de identidad de una exposición impactante.
Un recorrido que toca distintos capítulos de la formación de Mengs en Dresde y Roma, hasta su consagración como pintor de la corte de Carlos III. Su vínculo con España refrenda, de cierto modo, esta amplia y ambiciosa muestra de Madrid.
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