Tanto en los discursos de apertura como los de clausura del evento, celebrado en Angola los días 24 y 25 de noviembre, un aspecto reiterado fue la necesidad de traducir en acciones y realidades todos los compromisos y promesas formulados en esta y otras reuniones.

En tal sentido, la Declaración de Luanda, con 49 puntos de consenso, incluye la creación de un mecanismo de monitoreo permanente dentro de las estructuras existentes de la UA-UE, incluido el Comité Ministerial de Monitoreo, para evaluar el progreso realizado en el cumplimiento de lo pactado.

De acuerdo con el documento, la nueva estructura se establecerá en la próxima Reunión de Altos Funcionarios de ambos bloques, y tendrá de inmediato bastante por hacer, teniendo en cuenta que ambas partes se comprometieron en avanzar en áreas como las inversiones, la movilidad, la salud, la cultura y el comercio, entre otras.

Sobre migración y movilidad, coincidieron en profundizar la cooperación y el diálogo de manera integral, integrada y equilibrada, basado en la responsabilidad y el compromiso compartidos y en el respeto del derecho internacional y los derechos humanos.

El combate al tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas, el fortalecimiento de las capacidades de gestión de fronteras y el mejoramiento del retorno, la readmisión y la reintegración sostenibles, seguros y oportunos, figuran en lo convenido por los dos bloques.

El compromiso se extendió a abordar las causas fundamentales de la migración irregular y el desplazamiento forzado, en particular mediante el crecimiento inclusivo, el desarrollo sostenible y la estabilidad regional; así como estuvieron de acuerdo en fortalecer las vías legales para la migración y la movilidad.

Concretar estos elementos es un desafío, sobre todo por la relación histórica y las diferencias de desarrollo entre ambos continentes.

Todavía una buena parte de los mejores talentos africanos viajan a sus antiguas metrópolis en busca de superación profesional o mejoras en condiciones de vida y no regresan a sus países de origen, privándolos de invertir esas capacidades en función del bienestar colectivo.

Las guerras y conflictos armados que azotan actualmente el continente africano se efectúan muchas veces con armas fabricadas en Europa, al tiempo que intereses de entidades europeas también se esconden tras la inestabilidad en determinadas regiones, fundamentalmente las que poseen importantes recursos naturales.

A esto se suma que muchas veces los africanos deben viajar al llamado Viejo Continente para atender cuestiones de salud, debido a que no existen en sus países las capacidades para abordar determinadas patologías, por solo citar algunos aspectos que subyacen en el fenómeno migratorio.

Invertir en las personas, en particular en los jóvenes, generar iniciativas de desarrollo de capacidades, educación, investigación, competencias, formación profesional; así como invertir en la creación de infraestructuras de transporte, energía, comunicaciones y todo lo que genere empleo y avances socioeconómicos serán imprescindibles para dar una verdadera respuesta.

Especial atención merecen también las cuestiones de paz y seguridad, así como las relacionadas con la crisis climática, donde el continente africano, uno de los que menos contamina a nivel global y de los que más contribuye con sus reservas naturales a la regulación del clima, se encuentra entre los más afectados por los efectos.

mem/kmg