Un salto y un frentazo enorme de Danilo resolvieron el pleito a los 67 minutos, en un juego trabado y de mucho músculo, que lamentaron quienes todavía añoran el jogo bonito, más aún cuando jugaban dos equipos del paìs de la samba.
Pero dicen que no hay partido lindo en la Libertadores, salvo en las primeras instancias, cuando hay más margen para abrir juego, arriesgarse, sin atrincherarse entre la defensa y el medio campo, como hizo, más Palmeiras pero también Flamengo; esperando el momento de lanzar una pelota al área que culmine como lo hizo Danilo. Los anfitriones de una final tuvieron el gusto de ser espectadores, el que se dieron los que, sin tener el dinero para la muy cara entrada, treparon los cerros aledaños al estadio Monumental para ver desde lo alto, como desde un dron.
El entrenador de Flamengo, Filipi Luis, dijo que el resultado fue una doble victoria, el tetracampeonato de la Libertadores y la revancha del revés sufrido como jugador del equipo que hoy dirige, ante el mismo rival, en la final del torneo, en 2021.
Tras el partido, el júbilo de los rojinegros salió a las calles, a celebrar en grande, bajo el control del gran despliegue policial que llegó al punto que cada una de las hinchadas brasileñas salieron rumbo al centro de la ciudad por puertas y rutas distintas.
La fiesta brasileña comenzó desde el fin de semana previo, cuando los alegres y carismáticos aficionados comenzaron a llegar y fueron tantos, que el registro de los controles migratorios consignó decenas de miles.
Unos llegaron en avión, otros por la Amazonía, navegando medio día desde la triple frontera Perú-Colombia-Brasil, hasta Iquitos, para volar desde allí a Lima.
Hubo quienes entraron por la carretera Interoceánica hasta la ciudad sureña de Arequipa y desde allí siguieron por avión a la capital, y un hincha hizo esa ruta, pero toda por tierra y en motocicleta y demoró nueve días en llegar.
Muchos no consiguieron boletos, pero igual alentaron a sus equipos desde la calle, en restaurantes y bares ante grandes televisores; en parques y avenidas, disfrutando la fiesta del fútbol.
La nota triste fue la muerte de un médico brasileño que falleció cuando saltaba en la parte superior descubierta de un autobús turístico y estrelló la cabeza contra un puente peatonal.
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