Según el informe del Ministerio de Salud (Minsa), mientras la mayoría de los pacientes llegan al sistema cuando el virus ya ha comprometido su salud, los avances seguirán siendo insuficientes y las muertes —particularmente entre jóvenes— continuarán asociadas a causas prevenibles.
Según cifras del departamento de Epidemiología, en 2024 se confirmaron mil 536 nuevos casos, un número similar al registrado en 2023.
Sin embargo, persiste un factor crítico: el 72 por ciento de los diagnósticos ocurren en etapas avanzadas, lo que aumenta el riesgo de muerte y facilita la transmisión del virus antes de que el paciente acceda al tratamiento.
Ese impacto ya se refleja en las muertes: en 2023 fallecieron 226 personas por causas asociadas a esta dolencia y, en 2024, la cifra aumentó a 284, precisa el informe del Minsa, que reproduce el diario La Prensa.
El retraso en la detección, agrega el estudio, no solo refleja barreras estructurales, sino que evidencia estigma, desconocimiento, escasa disponibilidad de pruebas comunitarias y dificultades para acceder a especialistas.
Al respecto, el viceministro de Salud, Manuel Zambrano, señaló que Panamá cuenta con las herramientas necesarias, pero debe “superar los tabúes y priorizar la prevención”.
Los expertos estiman que la carga del VIH en Panamá está marcada por profundas desigualdades territoriales y sociales.
La mayoría de los fallecimientos por causas asociadas al sida ocurren entre personas menores de 40 años.
En comunidades indígenas la situación es aún más compleja. En la comarca Ngäbe Buglé, los centros de salud carecen de especialistas, el acceso implica rutas difíciles y el estigma sigue arraigado. Todo esto contribuye a que el virus se detecte tarde y avance sin tratamiento oportuno.
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