Durante la misa dominical, Fritz afirmó que el bien común es una quimera «mientras sufrimos la falta de justicia» y apuntó sus cuestionamientos al Gobierno, al Instituto Paraguayo del Indígena (INDI), a las élites económicas y a los continuos desalojos violentos.
El prelado cuestionó duramente el rol del INDI, expresando su esperanza de que «alguna vez cumpla su función» y se refirió al rechazo vecinal a su sede en Asunción como un «triste testimonio» de la discriminación que padecen los pueblos originarios a quienes calificó como «sin tierra, sin calle y sin justicia».
«Son expulsados de su tierra, vienen a la capital, donde son expulsados de las calles. No son solo sin tierras, son sin calles, sin ningún lugar donde sean bien recibidos», aseveró, citando también a monseñor Gabriel Gavilán: «Valoramos al Guaraní, pero no a quienes nos lo heredaron».
Fritz interpeló al Gobierno por la falta de presupuesto para garantizar los derechos de los pueblos originarios, consagrados en el Plan Nacional pero, a su juicio, sin financiación adecuada.
Señaló que el problema de fondo es la tierra y denunció los «desalojos violentos de comunidades enteras», ya sea por fuerzas del orden público o por servicios privados contratados por estancieros y criticó la impunidad de los invasores que ocupan esas tierras.
El obispo también alertó sobre la crítica situación de deforestación en el Chaco, donde «desaparecieron más de 286 mil hectáreas en los últimos 5 años», deploró.
Finalmente, hizo un llamado a construir una sociedad más justa, «sobre la roca», e invitó a los fieles a comportarse «realmente como una gran familia» en el camino hacia el bien común.
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