Horas después que la defensa de Bolsonaro presentara el diagnóstico de dos hernias inguinales para argumentar la urgencia de la intervención quirúrgica, De Moraes ordenó que el informe fuera examinado mañana por el Instituto Nacional de Criminalística.
«Después que se realice el examen y se añada el informe pericial, se debe llegar a una nueva conclusión de inmediato», reiteró el ministro.
El estado clínico de Bolsonaro resulta objeto de controversia entre De Moraes y el staff jurídico del exgobernante desde al menos el 11 de diciembre.
Los abogados argumentan que el excapitán del Ejército necesita someterse urgentemente a dos cirugías.
Una primera sería para tratar el hipo, una secuela previamente registrada. La segunda ante un «empeoramiento del diagnóstico de hernia inguinal unilateral».
Sin embargo, De Moraes cuestionó los informes presentados por la defensa, argumentando que la prueba a la que se sometió Bolsonaro no indicaba la necesidad de una intervención quirúrgica inmediata.
«Los exámenes médicos presentados por la defensa no están actualizados; el más reciente se realizó hace tres meses», cuestionó.
Ordenó entonces a la PF a que realizara una revisión médica en un plazo de 15 días para determinar la necesidad de la cirugía. De concretarse, sería la séptima desde que Bolsonaro recibió una cuchillada en el abdomen en 2018.
También el médico personal sugirió que el exmandatario ingresara en el capitalino hospital DF Star para someterse a una intervención.
Condenado a 27 años y tres meses de cárcel por tentativa golpista, Bolsonaro cumple su pena en la Superintendencia de la PF en Brasilia, donde recibe atención médica de guardia.
Bajo arresto domiciliario desde agosto, el expresidente fue enviado el 22 de noviembre a prisión preventiva tras violar su tobillera electrónica y representar un riesgo de fuga.
Según registros judiciales, la pulsera de monitoreo, impuesta como parte de la reclusión en casa mientras aguardaba sus apelaciones, fue encontrada con quemaduras y daños visibles, lo que disparó la alarma de huida.
En una audiencia con un juez, Bolsonaro admitió haber intentado romper la tobillera y lo hizo tras sufrir lo que describió como «alucinaciones y paranoia» provocadas por un cambio reciente en su medicación.
No obstante, la decisión del Supremo fue unánime. La manipulación del dispositivo constituyó una violación grave a las condiciones impuestas, la ley fue aplicada y Bolsonaro ingresó a la celda.
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