Al conocerse la noticia de la muerte de Hadi, quien fue víctima de un atentado el viernes pasado, miles de personas salieron a las calles de Dacca y otras ciudades para exigir el arresto de sus asesinos e incendiaron varios edificios, incluidos los que albergan las dos principales empresas de medios del país, The Daily Star y Prothom Alo, con personal atrapado en el interior.
Los manifestantes prometieron continuar su movimiento y exigieron justicia rápida y que se rindan cuentas por el ataque.
El 12 de diciembre, Hadi fue baleado por asaltantes enmascarados cuando salía de una mezquita en la capital bangladesí y fue trasladado en avión a un hospital en Singapur para recibir tratamiento, donde sucumbió la víspera, según la prensa local.
Según reportes, la policía de Bangladesh inició una búsqueda de los atacantes, publicó fotografías de dos sospechosos y ofreció una recompensa de unos 42 mil dólares por información relacionada con el caso; sin embargo, aún no hay arresto alguno.
El jefe del Gobierno provisional, Mohammed Yunus, dijo el sábado pasado que el tiroteo fue un ataque premeditado llevado a cabo por una poderosa red, sin mencionar nombre alguno del presunto grupo responsable.
Aseguró que el ataque fue «simbólico, destinado a demostrar su fuerza y sabotear todo el proceso electoral».
La muerte de Hadi recrudece la inseguridad creciente en la cual se encuentra inmerso Bangladesh desde el derrocamiento de Sheikh Hasina y que en los últimos días se avivó con actos de violencia, incluido uno frente al Consulado General de la India en Chittagong, influenciado por retórica antiIndia de autoridades.
El actuar de Daca provocó la protesta de Nueva Delhi que convocó al Alto Comisionado de Bangladesh M. Riaz Hamidullah, por las violentas manifestaciones frente a la embajada en Daca.
En la reunión, la Cancillería india presentó una protesta por los planes de elementos extremistas que podrían afectar la seguridad de su misión diplomática en la capital bangladesí.
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