El embajador de carrera retirado Jorge Castañeda difundió la sugerencia en un extenso artículo que analiza lo que considera pueden aspectos favorables y desfavorables de la polémica asociación recién anunciada por el gobernante norteamericano, Donald Trump.
Tras esa evaluación llega a la conclusión de que “la decisión debe ser precedida por un debate nacional fundamental que defina el tipo de actor internacional que el Perú aspira a ser”.
“Este debate debe evaluar fríamente las ventajas materiales de cada opción frente a los principios de autonomía y diversificación de alianzas que han guiado históricamente” la política exterior peruana, agrega en el texto publicado en la web de la firma Efectividat rpt Efectividat Consultores.
Advierte además que “Solo con una estrategia de Estado clara y de largo plazo se podrá determinar si el estatus de Aliado Principal es un instrumento útil para los objetivos nacionales o, por el contrario, un compromiso superfluo o incluso contraproducente”.
Castañeda considera que, en cualquier caso, debe quedar establecido que la política exterior peruana debe definir el uso y los límites de cualquier herramienta diplomática o de seguridad y no la otra parte.
Apunta además que el impacto de la designación como Aliado Principal extra-OTAN depende crucialmente de la fortaleza, cohesión y claridad estratégica del país receptor.
“Para el Perú, el estatus podría ofrecer ventajas tangibles en defensa y acceso tecnológico, pero su conveniencia final debe evaluarse frente a tres posibles escenarios estratégicos derivados de la comparación regional”, prosigue.
En los dos primeros escenarios, se refiere a los términos de acuerdos similares de Washington con Colombia y Brasil, con diferentes características entre ambos.
El tercer escenario, explica, consistiría en mantener lo que llama la independencia tradicional de la política exterior peruana y optar por “evitar cualquier riesgo de alineamiento automático o percepción de dependencia, priorizando así otras asociaciones y foros multilaterales”, explica.
Añade que, por tanto, “el riesgo principal no reside en la designación en sí, sino en la ausencia de una doctrina de política exterior soberana y coherente que la preceda y enmarque”.
Sin esa doctrina, advierte, “Perú podría derivar, por inercia burocrática o por la dinámica de la relación bilateral, hacia un alineamiento no deseado”.
En su carrera de 48 años de servicios como diplomático, Castañeda ha sido embajador en Polonia, Tailandia, Canadá, e India y embajador concurrente en Laos, Camboya; en Laos, Vietnam y Filipinas y en Bangladesh, Maldivas, Nepal y Sri Lanka.
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