Será en una jornada calurosa donde los termómetros pueden superar los 30 grados centígrados en diferentes localidades de la geografía de este país sudamericano.
A tono con la arraigada cultura de la carne, el asado resulta el rey de las celebraciones aquí, aunque cualquier corte de carne es bien recibido.
No se queda muy atrás el lechón asado, una carne más tierna y suave que se prepara a las brasas o al horno y es también un clásico de estos días festivos.
Para los uruguayos el cordero a la parrilla, con papas mejor, también es alternativa en un convite familiar.
Otros prefieren el Pollo Arrollado, preparación popular a base de esa carne blanca deshuesada, rellena con una mezcla de jamón, queso, aceitunas y panceta.
Y para quienes deciden “comer fuera” siempre está en la carta el que se puede calificar como el plato nacional.
Es el chivito, un sándwich compuesto de churrasco, queso mozzarella derretido, jamón, tomate, lechuga, huevos fritos o duros y aceitunas, aunque tiene sus variantes, incluido el que llaman “chivito canadiense”.
Viene de que en Canadá la panceta se llama «Canadian bacon» o tocino, un ingrediente clave que lo diferencia del chivito tradicional, con el que comparte una generosa ración de papas fritas.
Para acompañamiento más fresco se sirve la ensalada rusa, huevos rellenos y lengua a la vinagreta.
También el Pionono Salado: un arrollado de masa de bizcochuelo fina, que se rellena con ingredientes fríos como mayonesa, jamón, queso, lechuga, tomate o atún.
No falta para empezar la Picada, una tabla de aperitivos que suma quesos, fiambres, aceitunas, entre otros acompañamientos.
El final de la cena se reserva para postres clásicos que combinan tradición y frescura.
Ahí están el Pan Dulce, turrones y budines. De Paysandú se impuso como postre nacional el Chajá, a base de bizcochuelo, crema, merengue y duraznos.
Y para refrescar el bochorno estival ensalada de frutas y helado, aunque no puede faltar el dulce de leche, que identifica a Uruguay en cualquier época del año.
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