En la Basílica del Voto Nacional, uno de los templos neogóticos más impresionantes de América Latina, se exhibe el Belén Encantado, considerado el pesebre más grande de Sudamérica.

Esta monumental instalación ocupa aproximadamente 280 metros cuadrados en la nave central del templo y reúne unas mil 750 figuras, de las cuales 650 están en movimiento, distribuidas en escenas que recrean la infancia de Jesús desde el anuncio del ángel a María hasta su vida temprana.
Efectos especiales como ríos, cascadas, nieve y sonido ambiental aportan una experiencia inmersiva que llama la atención de católicos y de quienes no profesan esa religión.
La tradición del pesebre en Ecuador se remonta al simbolismo del nacimiento de Jesús, una figura central en las celebraciones de Navidad, pero las representaciones han adquirido también un carácter cultural que trasciende lo religioso e incorporan elementos de identidad local.
A la vez, en El Panecillo, el cerro que domina el centro quiteño con la imponente estatua de la Virgen alada, se enciende cada noche por estos días un pesebre navideño gigante al aire libre, otra de las tradiciones urbanas más queridas de la ciudad.
Con figuras monumentales iluminadas con luces LED que representan a María, José, los Reyes Magos, pastores y animales, este nacimiento se ha consolidado como un símbolo festivo que ilumina el paisaje del Centro Histórico de Quito, aunque se puede ver desde varios puntos de la urbe.
Ambos pesebres, aunque distintos en forma y escala, dinamizan la actividad cultural local en estas fechas festivas.
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