Durante diciembre, los embalses que integran el Complejo Hidroeléctrico Paute —Mazar, Paute-Molino y Sopladora— registraron descensos significativos en sus cotas, en paralelo a la disminución del caudal que los alimenta, según datos de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec).

El caso más sensible es el del embalse de Mazar, clave para la generación y cuya cota cayó más de 12 metros del 1 al 29 de diciembre, tras haberse mantenido cerca de su nivel máximo durante gran parte del año, lo que refleja el impacto del estiaje en el sur del país.

Aunque los niveles actuales aún permiten la operación de las centrales, expertos advierten que, de mantenerse el déficit de precipitaciones previsto para enero, el margen de maniobra se reducirá progresivamente, mientras la demanda eléctrica aumentó hasta cerca de cinco mil megawatts, por el calor en la costa y la temporada navideña.

Ante este escenario, el Operador Nacional de Electricidad dispuso incrementar la generación térmica, reducir el uso de las hidroeléctricas y complementar el suministro con importaciones desde Colombia, que ya se han vuelto sostenidas.

Especialistas señalan que la situación no representa por ahora un riesgo inminente de apagones, pero alertan que la dependencia de las reservas de Mazar y de la energía importada podría volverse crítica si el estiaje se prolonga y no se incorporan nuevas fuentes de generación firme.

Desde el Gobierno, la ministra de Ambiente y Energía, Inés Manzano, aseguró que el sistema eléctrico es “sólido y preparado”, gracias a la recuperación de unidades termoeléctricas y a la incorporación de más de 860 megawatts adicionales.

Pese al mensaje de calma del Gobierno, existe preocupación en el país, que vivió apagones de hasta 14 horas por día durante tres meses de 2024 y varios de los contratos para evitar una situación similar provocaron pérdidas al Estado y no se han materializado.

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