La cinta, vista en La Habana durante el reciente Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, irrumpió en los Globos de Oro con tres nominaciones que la convierten en la producción brasileña más reconocida en la historia del premio.
También se coló en la preselección de los filmes extranjeros que competirán en la categoría de Mejor Película Internacional.
En esta edición, todas las miradas también se posan sobre Wagner Moura, cuya carrera actoral lleva años desarrollándose entre Brasil y Estados Unidos, y aflora esta vez como uno de los favoritos para quedarse con la estatuilla.
En el Festival de Cine de Cannes, en mayo, ganó el premio al Mejor Actor, el de Mejor Director, el Premio Art House Cinema y el Premio FIPRESCI.
Y en el Festival de Cine de La Habana se llevó los principales lauros en Mejor Dirección, Guion, Dirección Artística, Música y Edición.
Otro de los goles cinematográficos fue Una batalla tras otra, estrenada en los cines de Estados Unidos a finales de septiembre.
La nueva y ambiciosa película del director Paul Thomas Anderson (Petróleo sangriento, El hilo fantasma) y Warner Bros (a cargo de la producción y la distribución) se ha ganado una buena lista de elogios.
“Un enfebrecido viaje al fondo de la conciencia contemporánea de la mano de un ejercicio de cine frenético, muy divertido e irrefutable. Sin lugar a dudas —por oportuna, por comprometida y por pura inercia— la película del año”, publicó el diario español El Mundo.
Mientras El Periódico, también de ese país, le dio otros cinco puntos y su crítico la consideró “la película más divertida, furiosa y visceral de Paul Thomas Anderson (…) y la más puramente entretenida (…) al acabar de verla uno se siente algo aturdido, rebosante de euforia y, sí, sintiendo gratitud”.
Con una batería de todos estrellas (Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Benicio del Toro, Chase Infinity, Teyana Taylor, entre otros) el largometraje de 161 minutos mezcla acción, sátira política de la actualidad y ese cine de compinches en pantalla.
El drama de época revela la red clandestina de apoyo a personas perseguidas que operaba durante la dictadura de los años 70 en Brasil, cuando las vidas humanas se consideraban prescindibles.
Su brillantez visual, la intriga sensual de gran ciudad que escenifica, por momentos en tono de comedia, los macabros personajes secundarios y el misterio se combinan para crear una cinta que en ocasiones recuerda al desbordante cine de Quentin Tarantino.
Sin embargo, la película trata un tema duro, habla de las amenazas de muerte y las desapariciones, y mantiene al espectador agarrado de la butaca esperando lo peor. Se trata de la maldad cotidiana de la tiranía política, pero también es una historia de amor.
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