Desde 2018, las campañas electorales ya arrastran una ola constante de noticias falsas y a este fenómeno se suma la expansión de los deepfake (contenido multimedia manipulado por IA), capaces de imitar voces e imágenes.

La IA aceleró este proceso durante 2025 con herramientas más accesibles. La diferencia entre realidad y manipulación se volvió cada vez más difícil de percibir.

«Fue el año en que estas herramientas experimentaron un crecimiento impresionante», evaluó el experto en ciberseguridad Rodolfo Avelino, en declaraciones a la radio del portal Brasil de Fato.

Refirió que uno de los desafíos que plantea este escenario es saber distinguir lo real de lo falso.

Citó el uso en herramientas de producción de texto. «Hoy en día, al realizar una consulta, se puede pedir a la herramienta que proporcione las fuentes que utilizó para producir ese contenido», aseguró.

Tal concepto para explicar puede aplicarse como una marca de agua en herramientas que crean videos e imágenes, sugirió.

Además, llamó la atención sobre la infraestructura que demanda la IA, especialmente en lo que respecta a los centros de datos y el incentivo de las políticas nacionales y públicas para promover su presencia en territorio brasileño.

Lo anterior se convierte en «una gran preocupación, pues gran parte de esta infraestructura no pertenece a empresas nacionales. En otras palabras, la tendencia que noté este año es atraer a más empresas estadounidenses, tanto por la concentración de datos como por el flujo de nuestras vidas, que están directamente vinculados a la tecnología», enfatizó.

El proyecto de ley para la Regulación de la IA (PL 2338, de 2023), actualmente en trámite en la Cámara de Diputados, aborda la regulación de esa herramienta en Brasil.

Sin embargo, la iniciativa no avanzó en 2025, hecho que Avelino atribuyó, entre otros elementos, a la presión empresarial en torno al tema.

También las expectativas del profesor para 2026 son bajas. Las políticas más estructurales difícilmente se someterán a votación.

Apuntó que «la ley que surja de este marco legal, el PL 2338, el cual lleva aproximadamente cinco años en discusión, abordará algunos factores importantes, como quién las controla, quién será responsable de los impactos generados y, sobre todo, quién se beneficiará económicamente».

La velocidad del desarrollo tecnológico supera la respuesta institucional, lo cual obliga a revisar estrategias de comunicación y fiscalización electiva. El resultado final puede influir en la estabilidad democrática de Brasil.

mem/ocs