Según el diario Página 12, Madariaga nació el 7 de febrero de 1951 en Paraná, provincia de Entre Ríos, fue miembro de la Juventud Peronista y estudió Agronomía en la Universidad de Buenos Aires, de donde fue expulsado por la intervención del régimen.
El 17 de enero de 1977, su pareja, Silvia Quintela, fue secuestrada cuando estaba embarazada y es una de los 30 mil detenidos-desaparecidos durante ese período.
Madariaga tuvo que exiliarse en Uruguay y Brasil, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados le otorgó asilo en Suecia y después viajó a México.
Por el testimonio del sobreviviente a los campos de tortura Juan Carlos Scarpati supo que Quintela tuvo un niño en Campo de Mayo.
Su madre (Sara Elena de Madariaga) y su suegra (Ernestina Dallasta) comenzaron la búsqueda del pequeño, a la cual se sumó cuando pudo regresar a este país tras el fin de la dictadura.
En 2010, junto a Abuelas, encontró a su hijo Francisco, quien murió 10 años más tarde por complicaciones causadas por una diabetes.
“Viví 32 años y medio con un agujero en el alma. Es algo difícil de explicar tener un hijo apropiado. Es un desaparecido con vida. Apenas lo vi, noté el parecido físico. El abrazo que nos dimos me sanó el alma», dijo durante un juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo.
“En el exilio me pregunté muchas veces para qué estaba vivo. Cuando volví a Argentina y empecé a trabajar con Abuelas me di cuenta que lo estaba no solamente para encontrar a mi hijo, sino a los de todos los compañeros desaparecidos. Ese es el mayor oxígeno y honor que tengo”, afirmó en otra oportunidad.
La asociación destacó su labor en la creación de su área de Difusión y Prensa y de iniciativas como Teatro y Música por la Identidad, así como las campañas publicitarias masivas para encontrar a los nietos, la edición de publicaciones, libros y videos.
Fue el primer hombre en integrar la Comisión Directiva de Abuelas. Queremos evocarlo con el alma en paz después de tanta vida y lucha. Abrazamos a sus familiares, amigos y compañeros. ¡Hasta la victoria siempre, querido Abel!, concluye el comunicado de la organización.
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