Usaremos todos los medios para dar una señal clara política de que los conservadores no contarán con el PCP, afirmó el secretario general del partido, Paulo Raimundo, en rueda de prensa.

Ese instrumento parlamentario es diferente a la moción de censura y a la moción de confianza, ya que solo puede ser presentada en el momento en el que el nuevo Ejecutivo presenta su programa ante los diputados.

El líder comunista explicó que quieren dar una señal política fuerte de que el PCP será la gran fuerza de combate a la política de derecha en sus formas más reaccionarias.

Raimundo confirmó también su asistencia a un encuentro convocado por el Bloque de Izquierda, que ha pedido una serie de reuniones al Partido Socialista (PS), a los comunistas, a los ecologistas de Livre y a los animalistas del PAN para encontrar la “máxima convergencia” en la oposición tras la ajustada victoria de los conservadores, liderados por el Partido Alianza Democrática.

Analistas consideran posible una parálisis parlamentaria o un gobierno inestable tras la apretada victoria electoral de la derecha que puso fin a ocho años de mandato de los socialistas con Antonio Costa a la cabeza, pero ahora comienza el dilema para formar un nuevo ejecutivo, pues expertos consideran difícil para los vencedores renunciar al apoyo de la extrema derecha. A este punto se llegó tras la repentina dimisión de Costa, lo que provocó estas elecciones parlamentarias anticipadas.

Para algunos analistas, resulta sorpresivo el crecimiento de la derecha en la preferencia popular de los portugueses, aunque este hecho se repite en otros países del área.

El resultado está dado por las presiones económicas y de vivienda que enfrenta el país, para las que el anterior ejecutivo no tuvo respuestas y ello se tradujo en una pérdida de confianza en las estructuras de poder, de acuerdo con los expertos.

Ahora, dado que la Constitución portuguesa da amplios poderes al jefe del Estado, Marcelo Rebelo de Sousa podrá nombrar al primer ministro que considere contará con un mayor apoyo parlamentario, quien tendrá un plazo máximo de 10 días para presentar su programa de gobierno al Parlamento que tendrá en sus manos rechazarlo o dejarlo seguir.

En tal escenario las semanas siguientes serán vitales para armar alianzas, aunque estas signifiquen ceder terreno en determinados puntos de la agenda de gobierno en construcción.

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