De acuerdo con el ministerio de Exteriores, esta decisión va en la línea del gobierno de Tusk de abordar una manera mejor y más profesional los difíciles desafíos que enfrenta hoy la política exterior de Polonia, que es competencia directa del Ejecutivo.
La reorganización propuesta se presentó en el Consejo del Servicio Exterior y, tras su aprobación por el primer ministro, se iniciaron procedimientos de retirada, añade el escrito.
Anteriormente, el propio primer ministro adelantó esta posibilidad, al señalar que si el presidente, Andrej Duda, no consiente los cambios, el Ejecutivo convocará a los embajadores afectados por la medida y los diplomáticos actuarán como encargados de negocios.
De acuerdo con la legislación polaca, los embajadores son nombrados y destituidos por el presidente del país a petición del ministerio de Asuntos Exteriores con la aprobación del primer ministro.
Sin embargo, analistas locales coinciden en que las tensas relaciones entre Tusk y Duda podrían poner en peligro esta remodelación que busca Varsovia.
El primer ministro recalcó anteriormente que la medida no es ninguna represalia, mientras que el ministro de Exteriores, Radoslaw Sikorski, señaló que es un ajuste casi rutinario.
Tusk, sin embargo, reprochó que algunos embajadores designados por el anterior Ejecutivo representaban más al partido Ley y Justicia que al propio país.
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