El siniestro, considerado como el peor desastre desde el terremoto de 2010, dejó un saldo de 135 muertos, 21 mil damnificados y unas ocho mil viviendas destruidas.

La comuna más afectada fue la de Viña del Mar, con cinco mil 732 casas devoradas por las llamas, seguida por Quilpué (dos mil 253) y Villa Alemana (117).

De acuerdo con la ministra y encargada de la reconstrucción, el costo asociado al plan es de más de mil millones de dólares.

Además de la edificación de los inmuebles, el proyecto contempla el bienestar integral, el desarrollo del entorno urbano, la reactivación productiva y la sustentabilidad del territorio, dijo la secretaria de Estado.

Durante una intervención este mes ante la Comisión de Desarrollo Social de la Cámara de Diputados, Javiera Toro expresó que entre las complejidades de la reconstrucción figura la diversidad territorial y social de las áreas siniestradas.

Otras dificultades son la alta ocupación irregular de terrenos y la necesidad de relocalización de familias y de determinar las zonas de riesgo para evitar nuevas catástrofes.

En una reciente entrevista concedida a Prensa Latina, Alberto Alaniz, investigador de la Universidad de Santiago de Chile, recordó que en Valparaíso una población grande construyó en lugares cercanos a la vegetación nativa o las plantaciones de pino o eucaliptos, lo cual genera riesgos.

Frente a este fenómeno consideró necesario mejorar la planificación territorial, hacer paisajes más resilientes, promover los bosques nativos menos propensos a quemarse, crear cortafuegos y tener planos asociados a riesgos de desastres.

El siniestro, registrado en febrero, arrasó más de 13 mil hectáreas, desde sitios de la Reserva Nacional Lago Peñuelas, el Santuario de la Naturaleza Palmar El Salto y el Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar, hasta sectores rurales y zonas pobladas y de extensión urbana.

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