Por vez primera, movimientos sociales, sindicatos, estudiantes y organizaciones no gubernamentales se sentaron a debatir en un foro propio.
Originalmente formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics), la alianza buscó dotar al Sur Global de una voz más amplia y diversa en la formulación de políticas dentro de su membresía ampliada a 11 integrantes.
El encuentro marcó el debut del Consejo Civil Popular del Brics, creado en 2024 durante la Cumbre de Kazán, y concebido como un canal permanente de diálogo con los gobiernos.
Su misión: convertir las demandas sociales en propuestas concretas para fortalecer la cooperación económica, redefinir la gobernanza global y avanzar hacia una arquitectura financiera menos dependiente del dólar.
Los organizadores describieron el consejo como un hito para institucionalizar la participación ciudadana.
Pretendieron que voces históricamente ausentes en las decisiones geopolíticas, como campesinos, jóvenes y organizaciones de base, pasaran a incidir de manera continua en los temas estratégicos del bloque.
En un mensaje en video, la expresidenta brasileña y titular del Nuevo Banco de Desarrollo, Dilma Rousseff, celebró el nacimiento de este espacio.
«Por primera vez, los pueblos de los países del Brics disponen de un canal permanente de diálogo con los gobiernos», refirió.
Según Rousseff, este es un paso esencial para consolidar una cooperación Sur-Sur más democrática.
La cumbre resultó el último gran acto del Brics bajo presidencia brasileña antes que India tome el relevo en 2026.
Para los movimientos sociales, el foro también sirvió para dejar lista una forma de actuar que garantice la continuidad del Consejo Civil durante el próximo mandato.
«Formalizamos el funcionamiento permanente de este espacio e iniciamos un ciclo de debates sobre la reconfiguración de la geopolítica mundial», explicó João Pedro Stedile, líder del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y representante brasileño en el consejo.
Los organizadores recordaron que los países del Brics dominan buena parte del sistema alimentario mundial, pues concentran cerca del 70 por ciento de la producción agrícola global, lideran la fabricación de fertilizantes y son referencia en agricultura familiar, responsable del 80 por ciento del valor de los alimentos en el planeta.
Ese poder, advirtieron, viene acompañado de una responsabilidad: impulsar sistemas más sostenibles, equitativos y capaces de responder a los desafíos climáticos y sociales.
La agenda alimentaria fue uno de los ejes que el nuevo consejo llevó al centro de las discusiones.
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