En el corazón de Londres, donde el fútbol late con una intensidad casi mítica, el Emirates se prepara para una noche que promete estremecer sus cimientos. Llegan dos equipos que no conocen otra senda que la victoria: cuatro triunfos en cuatro salidas, una estela perfecta que anuncia tormenta de talento y ambición.
Bayern arriba con la confianza de un coloso. Diecisiete victorias en 18 partidos oficiales y una reciente remontada épica ante el Friburgo —del 0-2 al 6-2— retratan a un plantel que jamás retrocede.
Vincent Kompany, arquitecto de esta máquina, lo dejó claro: “Las ganas de disputar este partido son enormes… queremos llevarnos los 3 puntos a casa”. En igual tono habló Harry Kane, que conoce el peso emocional de medir al Arsenal y anhela quebrar viejas rachas: “Se miden dos de los mejores equipos del mundo”.
Del otro lado, el Arsenal exhibe una temporada con aroma a epopeya. Líder de la Premier League con autoridad, impecable en la Champions —no ha recibido un solo gol— y recién salido de un derbi feroz saldado 4-1 ante el Tottenham.
La muralla que encabezan Saliba y compañía apenas ha permitido seis dianas en doce partidos ligueros. Arteta exige energía, agresividad, dominio: quiere convertir el Emirates en un hervidero, un territorio prohibido para cualquiera.
Ambos equipos llegan con bajas sensibles: Davies, Musiala y Luis Díaz en el Bayern; Gabriel, Havertz, Ödegaard y Gyökeres en el Arsenal. Pero en noches como esta, las ausencias se diluyen ante la pulsión del espectáculo.
Kompany ve un Arsenal especial, pero recuerda que su Bayern también lo es. Arteta quiere un estadio que empuje como un vendaval. Y la Champions, silenciosa y solemne, aguarda a ver quién dará el paso definitivo hacia los octavos.
Hoy, Londres será testigo de un combate que huele a historia. Un choque de poder, orgullo y destino. Una batalla donde solo uno podrá reclamar, por el momento, el cielo europeo.
rc/blc





