El acto, se realizó en la casa en la que vivió Porras, convertida hoy en un instituto cultural que lleva su nombre, con motivo del 127 natalicio, y estuvo a cargo del director de la institución, embajador Luis Mendívil-Canales; el embajador de Cuba en Perú, Carlos Zamora Rodríguez; el historiador Antonio Zapata, y la exministra de la Mujer, Aida García Naranjo.
El embajador cubano tuvo a su cargo la intervención central y coincidió en destacar la actitud solidaria de Porras con su país, como gesto coherente con la historia de solidaridad entre ambas naciones y pueblos.
Al referirse a esa historia, explicó la gestación de las luchas independentistas cubanas y los factores militares, sociales, económicos y geopolíticos (esto último por el temprano afán de Estados Unidos de anexar a Cuba), por los cuales tardó más la independencia de la isla caribeña que la del resto de América Latina.
Destacó “la gallarda posición de Perú de apoyo a la lucha por la independencia de Cuba” y refirió el acercamiento de chilenos y peruanos con los revolucionarios cubanos, a los que contactaron a través del chileno Benjamín Vicuña Mackenna.
El líder independentista Carlos Manuel de Céspedes, agregó, envió a Ambrosio Valiente y Duany a Lima, donde se vivía la efervescencia de la victoria de la alianza formada por Bolivia, Chile, Ecuador y Perú, contra el intento de reconquista para el cual España envió una escuadra en 1866.
Valiente, relató Zamora, estuvo en el estrado, junto a personalidades como el héroe nacional peruano Francisco Bolognesi, de una multitudinaria asamblea convocada para solidarizarse con la lucha de Cuba por su independencia.
La concentración aprobó una declaración que proclamó que “la Independencia de Cuba es causa nacional y que todos los peruanos están obligados a prestarle su apoyo del mismo modo que si se tratara de la independencia del Perú”.
Tal demostración popular, añadió, dio paso a la decisión del presidente de entonces, José Balta, de reconocer a la República de Cuba en Armas; Ambrosio Valiente se convirtió en el primer embajador y su sucesor fue Manuel Márquez Sterling.
Ante la pretensión ibérica de reconquista, el presidente peruano Manuel Ignacio Prado, brindó apoyo político y diplomático y armamento a los patriotas cubanos.
Financió la expedición del barco “Uruguay” para llevar armas a Cuba, en el que se embarcaron sus hijos Leoncio, Grocio y Justo y los dos últimos lograron unirse al Ejército Libertador cubano, relató el embajador.
Leoncio, por su parte, capturó el barco “Moctezuma” como apoyo naval a la guerra de independencia, izó en su mástil la bandera de Cuba y renombró a la nave como “Céspedes”, como primer paso para la formación de la escuadra patriota.
Siguió participando desde fuera de Cuba en la causa patriótica hasta su regreso a Perú, junto al cubano Luis Pacheco Céspedes, a defender su patria en la guerra del Pacífico iniciada en 1879, en la cual murió.
Zamora dejó en claro que su país no alcanzó la independencia en 1902, cuando se proclamó formalmente república, porque en realidad quedó sujeta a la condición neocolonial y logró su real independencia en 1959, con el triunfo de su revolución.
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