En el Gran Palacio del Pueblo el gobernante reiteró que los compatriotas de ambos lados del estrecho son chinos, así que «no hay ningún problema que no se pueda resolver, ninguna cuestión que no se pueda discutir, y ninguna fuerza que pueda separarnos».
Xi subrayó a su interlocutor que la distancia no puede romper el vínculo de parentesco entre las dos partes y la diferencia de sistemas «no puede cambiar el hecho objetivo de que ambos lados pertenecen a un mismo país y a una misma nación».
«La interferencia externa no puede detener la tendencia histórica de la reunificación de la patria», agregó.
Aseguró que a través de la historia los ciudadanos de la parte continental y la isla han mantenido una conexión estrecha, ayudándose mutuamente.
Por su parte, Ma dijo que «una guerra entre ambas partes sería insoportable y los dos lados del estrecho tienen la sabiduría necesaria para evitar el conflicto».
El también extitular del Partido Kuomintang, una de las organizaciones políticas más importantes de esa región insular, llegó el 1 de abril pasado a la provincia sureña de Guangdong al frente de una delegación de jóvenes taiwaneses que viajaron con el objetivo de promover los intercambios culturales.
Ma Ying-jeou se reunió con Song Tao, director de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Comité Central del Partido Comunista de China y del Consejo de Estado.
La delegación visitó museos, templos, universidades y otros lugares de interés como parte de una agenda que finaliza mañana.
Esta es una visita histórica y la reunión con Xi ocurre en medio de renovadas tensiones a través del estrecho luego de que el gobernante Partido Democrático Progresista ganara las elecciones al liderazgo de la isla y arreciara su discurso separatista.
Sin embargo la organización política perdió la mayoría legislativa, que ahora ocupa el Kuomintang.
El gobierno chino enfatizó que los resultados de estos comicios no cambian el patrón básico de las relaciones y la búsqueda de la reunificación.
En un comunicado, Beijing recalcó la adhesión al Consenso de 1992 y el principio de Una Sola China, «nos opondremos resueltamente a los actos separatistas de la independencia de Taiwán y a la interferencia de fuerzas externas».
La parte continental se comprometió a trabajar con los partidos políticos, las organizaciones y las personas pertinentes de todos los ámbitos de la vida en la isla para promover los intercambios y la cooperación.
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