Ya el 26 de febrero el mandatario había sorprendido al mundo, incluyendo a sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), al evocar por primera vez la opción de que choquen en los campos de batalla ucranianos soldados occidentales y rusos, en lo que sería bastante parecido al desencadenamiento de una nueva guerra mundial.
Los matices presentados entonces por Macron no bastaron para evitar las duras críticas internas, que contemplaron calificativos de irresponsable, ni el distanciamiento de otras potencias que han tomado partido contra Moscú, acusándolo de agredir a su vecino hace más de dos años, mientras el gigante euroasiático describe el conflicto como una operación especial.
Tampoco las declaraciones de este jueves tranquilizan, atizando aún más las tensiones entre Francia y Rusia, dos países, ambos poseedores de armas nucleares, que ya dijeron no considerar límites o líneas rojas entre sí.
“Si los rusos atravesaran las líneas del frente, si hubiera una petición ucraniana -que no es el caso hoy- deberíamos plantearnos legítimamente la pregunta», manifestó Macron sobre el envío de tropas, en una entrevista concedida en el Palacio del Elíseo al semanario británico The Economist.
Según el jefe de Estado, descartar esa posibilidad sería desconocer las enseñanzas de los dos años de conflicto en Ucrania, alegando que al principio del mismo la OTAN había excluido la opción de apoyar a Kiev con tanques y aviones, postura que después cambió.
Asimismo, aludió el argumento occidental de que si Rusia gana esta guerra, no se detendría allí, y por tanto: “Qué seguridad tendrían los países vecinos, Moldavia, Rumanía, Polonia, Lituania y otros”.
De acuerdo con Moscú, no tiene interés en atacar a otras naciones europeas, esgrimiendo su derecho a la defensa ante la expansión de la OTAN hacia sus fronteras, un juego por el que señala a Kiev de prestarse.
Macron reiteró a The Economist su objetivo estratégico de que Rusia no venza en el conflicto, una tesis que en Francia y Europa comparten diversos sectores, pero sin aceptar una escalada bélica, la cual se produciría con el envío de tropas.
Entre las primeras reacciones en suelo galo a los propósitos del presidente estuvieron la de la líder de Agrupación Nacional y ex candidata presidencial, Marine Le Pen, quien los tildó de una gravedad extrema.
“El envío de tropas francesas a Ucrania representaría una amenaza existencial para 65 millones de franceses”, advirtió en la red social X.
A juicio de Le Pen, la condición de potencia de Francia no se mide por la formulación de amenazas, y sí actuando como un actor de la paz para Europa y el mundo.
La polémica debe ponerse en contexto, en un escenario geopolítico y económico tenso, incluso de reacomodos, en el que no pocos ven en las posiciones de Macron la meta de posicionar a París como cabeza exclusiva de la Unión Europea.
Hacia lo interno el panorama también resulta complejo, con el oficialismo en problemas a poco más de un mes de las elecciones europeas del 9 de junio, de cara a las cuales cede ampliamente en las encuestas al partido liderado por Le Pen, con los socialistas pisándole los talones en la batalla por la segunda plaza.
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