En el artículo 9 de la carta magna de Japón, puesta en vigor en 1947, se estipula que ese país renuncia de una vez por todas al derecho de tomar la guerra provocada con el poder estatal y la amenaza con fuerzas armadas o su uso como medio para resolver un litigio internacional.
Lo que posee Japón no es un ejército sino las fuerzas de autodefensa, con dos pilares fundamentales: no pueden emplearse en misiones en el extranjero y el otro es el de la “defensa exclusiva”, es decir, no pueden contar con armamento de ataque o agredir a otra nación, señala la fuente.
Después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, los reaccionarios japoneses se refieren en todo momento a la conversión del país en una potencia militar bajo los carteles de paz como la «Constitución pacífica», comentó el referido medio de prensa.
Mediante la enmienda de la “guía de cooperación en defensa Japón-Estados Unidos” y la adopción de la ley de seguridad expandieron a todas partes del mundo la esfera de actividades de las Fuerzas de Autodefensa, que se limitaba al entorno nipón, señaló ACNC.
El actual gabinete japonés de Fumio Kishida volvió a modificar la estrategia de seguridad nacional, instituida por el gobierno del ya fallecido Shinzo Abe, en 2013, afirma el análisis del medio de prensa.
Además, aprobó la posesión de capacidad de ataque a las bases enemigas y acelera el reajuste de misiles cruceros de largo alcance, capaces de atacar directamente el territorio de otro estado, denunció la agencia.
Según un informe sobre el negocio mundial de armas en el período 2019-2023, publicado el 11 de marzo por el Instituto Internacional de la Paz en Estocolmo de Suecia, Japón le compró a Estados Unidos 29 cazas y le solicitó 400 misiles de largo alcance para el ataque a bases enemigas.
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