El documento fue elaborado por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires, la Federación de Trabajadores del sector, la Confederación de Medios Cooperativos y Comunitarios, el Frente Cultural Federal, la Asociación de Reporteros Gráficos y otras agrupaciones, que realizarán un acto esta jornada en la sede de la agencia de noticias Télam.
El texto lleva por título Nada para celebrar: un día del periodista sin libertad de expresión, y será leído a las 13:30, hora local.
Argentina asiste a uno de los peores momentos para el ejercicio de la profesión de los últimos 40 años de vida democrática. En estos primeros seis meses, la relación del gobierno con el periodismo y los medios de comunicación se destacó por incesantes agravios y ataques de parte del Presidente, señala la misiva.
Asimismo, denuncia “una violenta represión en coberturas, la restricción en el acceso a eventos de interés público, el ahogo a los medios privados comerciales y sin fines de lucro a partir de la eliminación de la pauta oficial y la parálisis del Fondo de Fomento Concursable para el sector audiovisual”.
A esto se suma una política de destrucción de entidades públicas, el intento de cierre de Télam, la baja de los sitios web y redes de Radio Nacional, la Televisión Pública, Contenidos Públicos S.E., y en particular un ataque a su rol federal, a las emisoras y las corresponsalías de la agencia.
También se produjeron ataques cibernéticos paraestatales coordinados a comunicadores, añade.
El documento indica que esos hechos van en sintonía con una política de agresión a la cultura, que incluye el desguace del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, el vaciamiento del Ente Nacional de Comunicaciones y la prohibición de toda discursividad orientada a no reproducir la desigualdad de género.
Además, recuerda que esas acciones atentan contra el derecho a la información y otros consagrados en la Constitución nacional.
El periodismo es una herramienta fundamental para mejorar la sociedad democrática en base a una ciudadanía bien informada y no puede ser reemplazado por las redes sociales. Esto se da en un contexto de precarización laboral y salarios de pobreza, que hacen que ejercer nuestro oficio con calidad sea cada vez más difícil, destruyendo la profesión, apunta el texto.
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