Los hermanos Uta e Hifumi Abe, considerados ambos los máximos favoritos, tenían la encomienda de engrosar el palmarés del judo nipón en olimpiadas, pero solo uno pudo cumplir el cometido.
Entre los hombres de hasta 66 kilogramos, Hifumi cumplió un recorrido perfecto casi hasta la final, instancia en la que superó por ippón (dos wazari) al brasileño Willian Lima, en definitiva subcampeón.
Sin embargo, Uta debutó con ippón contra la canadiense Kelly Deguchi en apenas 57 segundos, pero en su segunda presentación cayó sorpresivamente ante la uzbeca Dilyora Keldiyorova.
La sorpresa no es por el nivel de Keldiyorova, quien lidera el ranking mundial de la Federación Internacional de Judo, ganó este año los Grand Slam de Bakú y Portugal y, además, escaló al tercer escaño del torneo del orbe de este propio año.
Uta Abe dominaba el combate, tras conseguir wazari a su favor con técnica de Uchi-mata, con menos de dos minutos de combate, y su rival, atenazada por dos amonestaciones, la sorprendió con una técnica Tani-otoshi.
La imagen de su llanto inconsolable junto a su preparador, con el sonido de los aplausos de los aficionados, será referencia constante en las crónicas por escribir de los Juegos Olímpicos.
En definitiva, en la competencia femenina de 52 kilogramos, Diyora Keldiyorova, de Uzbekistán, subió a lo más alto del podio, y la acompañaron Distria Krasniqi (Kosovo), medallista de plata, y Larissa Pimenta (Brasil) y Amandine Buchard (Francia), ocupantes de los terceros puestos.
Las medallas de bronce en la competición masculina colgaron en los cuellos de Gusman Kyrgyzbayev (Kazajistán) y Denis Vieru (Moldavia).
Después de los resultados dominicales, Japón (2 título-sin plata-1 bronce) domina el medallero del deporte, con Kazajistán (1-0-1) y Uzbekistán (1-0-0) en segunda y tercera posición, en ese orden.
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