Ubicada en el municipio de Kalandula, en la provincia de Malanje, a unos 420 kilómetros de Luanda, esta caída de agua de 410 metros de longitud y 105 de altura es considerada como la segunda más grande de África.
El río Lucala, el afluente más importante del río Kwanza, se desborda sobre grandes piedras y cae con fuerza en este punto, dejando una niebla fina cubriendo el lugar y, en días soleados, dos arcoíris que los locales aseguran son una pareja.
Los ancianos de la comunidad afirman que en el pasado las cataratas de Kalandula eran un sitio sagrado donde se realizaban rituales y se pedía a los dioses por el bienestar, la salud y la prosperidad de las personas de la región.
El poder de las aguas y la belleza del lugar convencen al visitante de que, si hubiese un sitio donde las deidades escucharan a los seres humanos, sin duda alguna se vería como este.
Los locales refieren que no hay cocodrilos en estas aguas, pero sí peligrosas sirenas que pueden llevarte a la perdición, un mito tal vez sedimentado porque quienes caen desde la altura rara vez sobreviven.
Es por ello que aunque contemplarlas desde el mirador es relativamente fácil, los guías recomiendan cuáles son los puntos adecuados para tomar fotografías.
También hay una ruta para llegar a la base y poder ver más de cerca la caída de agua, pero este sendero es difícil y solo se hace con guías que ayudan a los visitantes a bajar y a subir de forma segura.
Desde 1975 las cataratas son conocidas por el nombre con el cual los angoleños las llamaron desde el inicio de los tiempos, pero durante la época colonial los portugueses las denominaron Cataratas del Duque de Braganza.
Las Cataratas de Kalandula constituyen una de las cartas de presentación de la variada y exuberante naturaleza de Angola, que por primera vez apareció en la lista del periódico estadounidense The New York Times sobre los destinos turísticos preferidos para 2025.
(Tomado de Orbe)